«No hay una segunda oportunidad para dar una buena primera impresión» Óscar Wilde.

Todos hemos vivido situaciones en las que sin conocer personalmente a una persona ni haber hablado con ella nunca, nos genera una impresión que nos acerca o nos aleja, incluso nos imaginamos el porqué de esa impresión. Una vez que tenemos la oportunidad de conocerla personalmente y saber más de esta persona, confirmamos nuestra primera impresión o por el contario nos damos cuenta que nuestra idea no se corresponde absolutamente en nada con las sensaciones que nos trasladaba con su expresión corporal y su lenguaje no verbal.

Pues bien, nosotros proyectamos exactamente lo mismo hacia los demás y en el caso del portero, aún más, porque está expuesto a las miradas de muchas personas cuando entrena y juega, multiplicándolo exponencialmente si se trata de porteros profesionales y ya no digamos en el caso de porteros de élite, pues es posible que sean observados en cada cosa que hagan en el día a día, dentro y fuera del terreno de juego.

Por todo esto, es importante cuidar mucho nuestra comunicación no verbal y nuestra expresión corporal, como bien dice Óscar Wilde «No hay una segunda oportunidad para dar una primera impresión». Con el tiempo podremos o no remediar una mala impresión, pero esta quedará para siempre.

El lenguaje corporal expresa nuestras emociones antes que se produzca la comunicación verbal. Nuestros gestos hacen ver nuestra intención antes de «abrir la boca». El lenguaje corporal tiene mucho peso en la percepción de credibilidad por parte de las personas que nos rodean y esto tiene mucho que ver con el liderazgo, competencia fundamental para ser un portero completo, «dentro y fuera del verde».

Desde una media sonrisa en momentos difíciles, hasta una expresión relajada en nuestra cara en cualquier situación, nos hará trasmitir seguridad y confianza al equipo; competencias que todo portero quiere proyectar permanentemente con sus compañeros, entrenadores, público y hasta con el rival que tiene la intención de perforar su portería.

La voz también es fundamental para conseguir los objetivos de sentirnos importantes en el equipo y ser escuchado, como buen líder, cuando tenemos algo que decir. Pues bien, el tono, la frecuencia, el como, cuando y donde hablamos, así como la claridad de nuestro mensaje, tienen una importancia capital para conseguir estos objetivos. Si nuestro tono es grave y no muy alto, seremos más respetados y escuchados por el grupo. Si además, no cortamos a nadie en su conversación y les escuchamos y observamos con atención, estaremos creando fuertes vínculos con los compañeros para motivar el compromiso del equipo y por supuesto, lo más fácil es que nos escuchen a nosotros cuando hablamos.

Con un entrenamiento adecuado se puede desarrollar una «voz de líder».

En la portería, para comunicar «poder y presencia» debemos adoptar posturas abiertas, que generen volumen y no «encogernos», un diálogo fuerte y claro, sin «radiar» el partido, incluso es muy recomendable tener un código de comunicación con palabras claves con el resto del equipo, esto genera confianza y fiabilidad.

El control emocional también es clave para el rendimiento propio y del equipo (nunca se debe trasmitir una sensación negativa por muy complicada que sea la situación en el juego) debemos dar a entender que somos humanos, que los errores ocurren, pero que no afectan a nuestro rendimiento ni un solo minuto después.

Por último, pero por ello, no menos importante, debemos cuidar mucho nuestro lenguaje verbal y no verbal digital, es decir, que decimos, cómo lo decimos, como aparecemos en las redes sociales y si lo que hacemos tiene coherencia con ser ese portero de 24 horas o estamos «tirando a la basura» todo el trabajo que realizamos en el día a día para crecer como persona y como portero.