«No anticipar problemas o preocuparse por lo que a lo mejor nunca sucederá» Benjamín Franklin.
Creo que a nadie escapa que la ansiedad es un estado mental y genera una serie de síntomas físicos, debido a la relación tan estrecha que existe entre cuerpo y mente.
En el caso del portero y más concretamente en la competición, este estado se acentúa debido a la incertidumbre que genera el propio juego, limitando de manera importante la gran mayoría de competencias que debe desarrollar el portero en el transcurso del partido; desde la propia toma de decisiones, hasta la ejecución de cualquier acción técnica.
En muchos casos la ansiedad puede aparecer porque el portero está focalizado, desde días antes de la competición, en alguna situación negativa vivida anteriormente o que piense que pueda vivirla en el futuro. Me refiero a esas personas que tienen enfocada su atención tan sólo en los problemas y esto, que es muy frecuente en nuestro entorno, no lo es menos en el deporte.
También es posible que el portero genere ansiedad previamente a la competición, en el momento en el que pueda estar distorsionando la realidad de lo que le sucede en su juego, incluso en su propia vida.
En otros casos, este incómodo estado puede presentarse físicamente, de tal manera que el portero se encuentra más tenso de lo habitual, generándole inseguridad en la ejecución de cualquier acción técnica. Un simple blocaje o un pase con el pie, cercano a un compañero, realizado desde un estado de tensión excesivo, le puede llegar a generar un problema en el juego.
Si el portero decide trabajar y entrenar para reducir sus niveles de ansiedad, decidiendo cambiar su foco a situaciones positivas, controlar las sensaciones de tensión en su cuerpo y la forma en la que interpreta las cosas que le suceden; puede superar su estado de ansiedad.
Este trabajo exige dedicación y compromiso para conseguir reducir esos niveles de ansiedad, pero sin duda, es un proceso altamente efectivo.
La forma en la que estemos dispuestos a imaginar nuestro futuro, lo determinará. Acabamos creando lo que imaginamos.
Quien imagina lo peor, se expone a la mala suerte. Quien imagina lo mejor, se acerca mucho a la buena suerte.
Seamos conscientes de que tenemos mucho que decir en las cosas que nos pasan y esto requiere de un esfuerzo, que no es otra cosa que el resultado de mantener una gran intensidad en cualquier trabajo a lo largo de un determinado tiempo.