Al final si te diviertes y haces feliz a la gente, ¿Por qué no vas a seguir?  Iker Casillas

Las competiciones llegan a su fin y es el momento de analizar y evaluar el rendimiento de la temporada. Una temporada que quedará en nuestra memoria, como diferente, accidentada y “rara”; un ejercicio en el que de un día para otro se han suspendido partidos, que se han ido preparando física, técnica, táctica y psicológicamente; por contra, partidos que se han tenido que disputar sin una preparación adecuada; encuentros que se han jugado sin poder contar con jugadores importantes en los equipos por ser positivos en COVID.

A niveles profesionales se han disputado partidos en estadios vacíos, en los que las ordenes de los porteros se oían con el eco de las gradas y que hacían sentirse incómodos en muchos momentos a  guardametas experimentados, que están acostumbrados a competir ante 90.000 espectadores y que de la misma forma que para un debutante pueda impresionar jugar con mucho público, también puede generar estrés el hecho de jugar sin nadie, máxime cuando se están jugando finales incluso de Champions League, en las que el portero queda mucho más expuesto, pues hay momentos en la competición, en los que los porteros se pueden expresar en voz alta, incluso como medida para reducir el nivel de ansiedad y solo la idea de pensar en ser oído por todos los participantes de ambos equipos  y por millones de espectadores en todo el mundo, por medio de las retransmisiones televisivas, ya supone una generación de estrés en sí misma.

Además, más allá de la categoría y la edad, los resultados deportivos han causado éxitos y fracasos como en cualquier otra liga. No se ha “perdonado” nada a nadie. Han existido los mismos ascensos y descensos que en cualquier otra temporada, lo que ha significado vivir situaciones con una angustia añadida.

Todos estos escenarios han afectado, sin duda, al rendimiento del portero y están relacionadas directamente con el entrenamiento emocional en aspectos como la fortaleza mental, la capacidad de adaptabilidad a nuevas situaciones, la gestión tanto de la ansiedad, como del estrés y por supuesto, la comunicación verbal eficaz en el juego.

En definitiva, hemos vivido una temporada llena de “sorpresas” que sin duda y a pesar de todo lo malo, que ha sido y sigue siendo vivir una pandemia de estas dimensiones, nos ha enseñado a crecer en el ámbito emocional y en el fondo nos ha ayudado a ser más fuertes y a estar preparados para futuras situaciones que podamos vivir y que incluso si son inesperadas, ya no seremos ajenos a sus efectos y nos sentiremos más familiarizados con escenarios menos apetecibles para afrontar competiciones y medir nuestro propio rendimiento, con el objetivos de ser igual o más competitivos y efectivos en la portería.