«Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes» Albert Einstein.
«Todos los porteros están locos» ¿Quién no ha escuchado alguna vez esa coletilla que siempre nos ha perseguido a los porteros?. Es posible que esa coletilla tan antigua tuviese algo o mucho de razón en su momento, pero no a día de hoy.
Cierto es, que para ser portero hay que tener una serie de cualidades, que, sin ellas, se antoja difícil pensar que se pueda llevar a cabo un buen rendimiento en el terreno de juego. Ser valiente, ser atrevido, tomar decisiones arriesgadas a sabiendas que el error puede llevar a encajar un gol e incluso la pérdida de un partido, son sin duda, competencias que se deben tener.
Pero de lo comentado, nada que ver con la locura, más bien con la inteligencia, con el razonamiento, con la iniciativa, con el liderazgo; todas ellas, habilidades de personas que son capaces de asumir retos, que posiblemente otras ni se lo plantearían.
Si bien vemos imágenes de partidos muy antiguos donde el contacto físico con el portero era total y permitido, en la actualidad, la norma le protege en cualquier jugada en la que quede patente que el portero tiene controlado el balón y, por tanto, se reduce mucho el porcentaje de lesiones, debido a esa desprotección que generaba la permisibilidad de «cargar» contra el portero para generarle un desequilibrio, la pérdida del control del balón y la posibilidad de rematar a gol.
Esta evolución en el portero se puede apreciar claramente a simple vista, observando esas imágenes antiguas y comparándolas con las de hoy. Todos sabemos que, para seguir siendo un portero cotizado, se han tenido que ir reciclando sus entrenamientos en el campo y su forma de jugar en la competición.
Sin embargo, hay varias cuestiones a poner encima de la mesa; por ejemplo ¿Y qué ocurre a nivel mental y emocional? ¿Ha evolucionado el portero de la misma manera? ¿En qué ha cambiado su participación en la competición? ¿Y fuera de ella?
Son preguntas que necesitarían horas de explicación y contestación, pero en primera instancia, podemos decir que el portero ha evolucionado, como persona, en paralelo a la evolución de la sociedad; es decir, las generaciones han ido creciendo y asumiendo unas competencias mayores con el paso del tiempo; pues bien, en la caso del portero, se ha pasado de ser un «parabalones» a ser una pieza clave, por ejemplo, en el aspecto ofensivo del equipo, hasta tal punto, que hay entrenadores que prefieren tener en su equipo un portero muy ágil en la salida de balón, aunque no lo sea tanto en intentar parar esos balones imposibles.
Otros entrenadores son muy partidarios de que sus porteros sean grandes organizadores del equipo en el plano defensivo, hasta tal punto, que se convierten en su extensión dentro del campo.
También los hay que quieren que su portero, ante todo, transmita confianza y seguridad a los compañeros, dentro del campo y para ello, saben que también deben hacerlo fuera del mismo. Quieren que los jugadores piensen que sus porteros les van a resolver «la papeleta» si el partido se complica.
Los entrenadores de los equipos premium, exigen que sus porteros tengan todas esas competencias: un sobresaliente juego ofensivo, grandes dotes para la organización del equipo en el plano defensivo, desde el punto de vista táctico y estratégico y una alta capacidad de liderazgo y comunicación. Serán competencias inexcusables, junto a su alto nivel técnico en portería, para poder ser un «portero TOP».
Y todo esto se consigue entrenando de manera consciente en el ámbito emocional para conseguir estás habilidades, pues es incoherente pensar que se puedan adquirir únicamente con el entrenamiento físico, técnico o táctico exclusivamente. Se necesita lo que en KVegas Academy denominamos «el entrenamiento de las 3P» personalizado, pormenorizado y permanente. Un trabajo hecho a conciencia, por profesionales especializados y con una hoja de ruta específica y estratégica que nos asegure un alto porcentaje de éxito.