«No hay nada más peligroso que no arriesgarse»
Pep Guardiola.
Para los que somos amantes del fútbol, y después de todo lo que estamos viviendo últimamente, el hecho de poder ver fútbol de calidad, desde el 11 de junio hasta el 11 de julio, nos llena de alegría y nos acerca a nuestra gran pasión.
He denominado este post como “Euroemociones” porque hemos asistido a un torneo que nos saludó, nada más llegar con un duro golpe a nuestros corazones, pero sobre todo al bueno de Eriksen, que nos hizo temer lo peor, pero que afortunadamente sigue con vida, que al final es lo más importante.
Hemos podido contemplar errores importantes, tanto en porteros, como en jugadores muy cotizados en el panorama internacional, hemos visto como las selecciones favoritas, a priori, se iban quedando por el camino y sin embargo otras que han acudido sin tanta presión emocional y mediática, han jugado perfectamente sus bazas y han llegado lejos.
Si llevamos las emociones a nuestra selección, hemos podido ver como un grupo que no ha comenzado precisamente levantando pasiones entre la afición, con algunos jugadores que, para los aficionados a ver partidos de nuestra selección, sin más, no le sonaban de nada; que además tenían la difícil papeleta de hacer olvidar a los Iniesta, Piqué, Sergio Ramos, Xavi, etc. quizás “el peso de la estrella en la camiseta” y dos Eurocopas en los últimos años; con un entrenador a la cabeza cuya una de sus características es tener una personalidad que no deja indiferente a nadie y si añadimos que en los partidos iniciales los resultados no han sido los más deseados, estaremos todos de acuerdo que la sensación que sobrevolaba el país era de frustración.
Hemos vivido como algunos jugadores se han convertido en centros de los comentarios, de las desaprobaciones de parte del público y de la crítica deportiva; con argumentos y opiniones de todos los gustos, incluso traspasando las fronteras de lo deportivo hacia lo personal y también convendremos que en los profesionales, como en cualquier ser humano, estas situaciones genera ansiedad, preocupación, estrés y que precisamente no contribuyen a estar lo más “frescos de mente” posible para poder ofrecer la mejor versión de cada uno de los integrantes de nuestro combinado nacional.
Errores graves puntuales que han costado goles en momentos muy delicados, falta de acierto para marcar goles y decisiones técnicas con cambios en las alineaciones que nos hacían presagiar que nuestra selección iba a pasar sin pena ni gloria por esta edición de la Eurocopa.
Sin embargo hay un punto de inflexión en el que el equipo se une más que nunca, sigue creyendo en sí mismo, atienden a las indicaciones de un gran psicólogo deportivo como es Joaquín Valdés; empiezan a generar la ilusión en la gran mayoría de aficionados, hasta el punto de que algunos jugadores que eran “poco conocidos” al inicio del campeonato, empiezan a formar parte de todas las conversaciones y se van convirtiendo en nuestros “jóvenes ídolos” y han conseguido que los seguidores del equipo nacional digan, “nos vamos con la cabeza muy alta, pero con este equipo, en los próximos torneos, podemos aspirar a todo”.
En definitiva, hemos podido contemplar como en el transcurso de un mes, hemos podido asistir a un tremendo “baile de emociones”.